TEA presenta ‘El nudo vertical’, una retrospectiva inédita dedicada al artista Jorge Eduardo Eielson

La exposición, coproducida junto a Es Baluard, explora la relación que el creador peruano mantuvo con la literatura y con la plástica

TEA Tenerife Espacio de las Artes presentó hoy [viernes 30] Jorge Eduardo Eielson. El nudo vertical, una exposición coproducida junto a Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma que examina la producción artística de este creador desde finales de los años cincuenta hasta sus últimos trabajos realizados. Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924-Milán, Italia, 2006) es uno de los artistas plásticos y poetas más radicales, en el sentido íntegro de la palabra, y poliédricos, con diversos modos de cuestionar el mundo en el que vivimos a través de una síntesis de elementos gráficos y referencias culturales.

El director artístico de TEA, Gilberto González, y la directora de Es Baluard y curadora de esta muestra, Imma Prieto, fueron los encargados de dar a conocer este proyecto expositivo de carácter retrospectivo e inédito al señalar el autoexilio europeo de Eielson como motor de su producción artística, en la que se superponen las influencias del viejo continente con la importancia de la cultura andina tanto en su producción plástica como en su escritura. Y es que El nudo vertical explora la relación que el artista mantuvo con la literatura -sobre todo con la poesía- y con la plástica. “Jorge Eduardo Eielson nos presenta un ejercicio perfecto en el que lo visual y la poesía están en un mismo plano de igualdad”, destacó González quien explicó que el creador, de marcado carácter disidente, supuso la aparición de una voz rupturista en los procesos de la modernidad latinoamericana.

En este sentido, subrayó el hecho de que esta nueva muestra “establece una genealogía con otras exposiciones que se han realizado en TEA como la de Etel Adnan o la de José Herrera en las que la idea del arte como un todo, como una posibilidad de entender la modernidad de otra manera, se hace presente al igual que la palabra y el silencio”. El director de TEA agradeció a los coleccionistas particulares así como al Centro Studio Jorge Eielson de Florencia que hayan prestado sus obras para esta muestra, que podrá visitarse de manera gratuita hasta el 10 de septiembre, de martes a domingo y los festivos, de 10:00 a 20:00 horas, y en la que también hay obra de la Colección TEA.

Imma Prieto explicó que El nudo vertical -que abre con un poema visual y que estará acompañada de una publicación elaborada entre TEA y Es Baluard- “no es una exposición con un orden cronológico sino que se estructura a partir de un marco conceptual que es a su vez triangular” y que gira en torno a “la escritura -tanto visual como textual-, a la idea de universo y de infinito”. En sus creaciones -añadió la curadora- están presentes “los horizontes que tienen la necesidad de marcar una diferencia, una división, una tensión; las telas y los ropajes, que nos acercan a una reflexión en torno a la identidad; hasta llegar a lo que será la constante en su trabajo, el quipu, el nudo o el nodo”. “Sus nudos, que son muy estéticos, destacan por la idea que hay en ellos de retorcimiento, de tensión. En ellos, Eielson crea una especie de metáfora que simboliza siempre a la alteridad, al otro”, agregó Prieto quien subrayó que “aquí también está presente la idea de isla, en el sentido de sentirse aislado pese a formar parte de un todo”.

La exposición -que ofrece una nueva relectura de la muestra que se pudo ver en Es Baluard- reúne cerca de un centenar de obras de Eielson, entre las que destacan sus pinturas, objetos de la serie Quipus, once esculturas de la serie Nodos y tres instalaciones tanto escultóricas como de reproducciones de performances pasadas. También los visitantes tendrán la oportunidad de encontrar en ella diverso material documental relacionado con el artista como fotografías, publicaciones, un vídeo, cartas o casetes.

Paisaje infinito de la costa de Perú (1960), Oh vida más antigua que las estrellas (1963), Il guanto d’oro-Omaggio a Magritte (1962), Blue-Jeans (1963), Acrílico y arpillera sobre tabla (1966), El paisaje infinito (Primera muerte de María) (1988), Nudo azul (2000), Annuntiator Ignibus (1962), Amazzonia (1992), Quipus (1965), Suite Paracas (1984), Andrómeda (1992) y Poema escultórico (1978-1980) son algunas de las obras que pueden verse en esta exposición.

 

Jorge Eduardo Eielson

Más conocido en América Latina por su labor como poeta, perteneciente a la llamada Generación del 50 -junto a exponentes de la literatura peruana tan renombrados como la poeta Blanca Varela, o los escritores Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy o Julio Ramón Ribeyro-, Jorge Eduardo Eielson desarrolló desde el autoexilio europeo un complejo y siempre cambiante cuerpo de obra en el que inició un diálogo inédito con aspectos de la cultura precolombina peruana, teniendo como elemento clave los quipus andinos. Los quipus eran sistemas de cuerdas anudadas utilizadas, desde hace más de mil años, en el registro de información contable y/o narrativa en los Andes. Esta forma de escritura sin palabras ni papel combinaba la experiencia táctil y visual para codificar y decodificar significados.

Los primeros trabajos plásticos de Eielson parten de una reflexión en torno al paisaje, entendido como interfaz en la que abrir grietas para entender formas de pensamiento. Poco a poco llevó a cabo una labor de simplificación y síntesis en la que el quipu adquiere presencia autónoma en diálogo con el color. El nudo se usaba como fórmula de representación universal, y sobre ellos recaen, a modo de metáfora, las complejidades que caracterizaban al conjunto de la sociedad. A medida que se acercaba a la década de los setenta, sus investigaciones lo llevaron a pensar en el espacio y en cómo algunos elementos pueden habitarlo a partir de una serie de tensiones que apuntan a un fuera de campo.

A lo largo de toda su carrera, durante la cual vivió mayormente en Italia, mantuvo un diálogo entre la cultura precolombina y la mitología mediterránea. A través de este vínculo entre ambas culturas, el artista buscaba el lugar universal que une a todos los seres humanos, y apunta a lo astral o a lo espacial como lugares en los que el ser, no solo humano, debe entender y conocer.

Su trabajo plástico fue rápidamente reconocido en la década de los setenta, momento en el que formó parte de la Documenta V comisariada por Harald Szeemann, considerada una de las más importantes del siglo XX, la Bienal de Venecia del 72 o, incluso, de los Juegos Olímpicos de Múnich.