La Sinfónica de Tenerife, con su director honorífico al frente, Víctor Pablo Pérez, interpretó el pasado sábado [día 1] la obra ‘Davidde penitente’ de Wolfgang Amadeus Mozart en la Catedral de La Laguna, un concierto que es fruto de la colaboración alcanzada entre el Cabildo y el Obispado de Tenerife con motivo de la reapertura de este espacio religioso en 2014 y que, desde entonces, ha venido realizándose cada año.

En este concierto intervinieron las sopranos María Espada y Raquel Lojendio, el tenor Juan Antonio Sanabria y el coro Ensamble Vocal Contemporáneo de Tenerife, liderado por el maestro Antonio Abreu Lechado.

Desde las 20:00 horas, el público que accedió a la Catedral pudo disfrutar de este concierto que también contó con la presencia del obispo de la Diócesis, Bernardo Álvarez, del presidente del Cabildo, Carlos Alonso, así como del director insular de Cultura, José Luis Rivero y el alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz.

La Sinfónica de Tenerife interpretó este mismo concierto la noche anterior [viernes 31] en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife Adán, además de la Sinfonía n. 9 del mismo compositor austriaco y la Sinfonía n. 9 de Ramón de Garay, primer compositor de sinfonías de España.

La obra: arrepentimiento y redención

Davidde penitente, K469, de Mozart se compuso en un momento en el que el artista ya estaba asentado en Viena, capital musical de finales del siglo XVIII, a cuyo exigente público no tardaría en conquistar. El arrepentimiento por el pecado cometido, y la posterior redención son los temas de esta obra. Refleja las aflicciones del rey David, arrepentido por haber cometido adulterio con Betsabé, y haber ofendido a Yahvé.

El fruto del pecado muere, pero luego llega la redención para ambos, pues serán padres del sabio rey Salomón, el constructor del primer Templo de Israel. La música de esta obra nos muestra las líneas más expresivas de una pieza de grandes contrastes, que oscila entre momentos de recogimiento, oración y alabanzas, en un camino en el que se hace uso del arte del contrapunto, y en el que los coros son de gran belleza.