TEA Tenerife Espacio de las Artes, centro de arte contemporáneo del Cabildo de Tenerife, ha ampliado hasta el próximo miércoles [día 3] el periodo de apertura de la exposición Óscar Domínguez en Checoslovaquia. La muestra reúne más de 40 obras realizadas por el surrealista tinerfeño entre 1946 y 1949, la mayoría de las cuales se exhiben en Canarias por primera vez. De entrada libre para los residentes canarios, esta exposición reconstruye la trayectoria pictórica del Domínguez de aquellos años, a través de un conjunto de obras procedentes de colecciones particulares y de instituciones públicas checas, eslovacas y españolas. Óscar Domínguez en Checoslovaquia -comisariada por el historiador del Arte, Pavel Štěpánek, y por el conservador de la Colección de TEA, Isidro Hernández- se podrá visitar en este espacio de 10:00 a 20:00 horas. Además, cabe recordar que este lunes [día 1] el museo abrirá en su horario habitual.

Para esta exposición, TEA Tenerife Espacio de las Artes oferta una serie de visitas guiadas, que se desarrollan los sábados, los domingos y los festivos (en este caso, el lunes 1 y el miércoles 3) a las 12:00 y a las 18:00 horas, y los días laborables a las 18:00 horas. Se trata de un servicio gratuito con la adquisición de la entrada al museo. Para asistir a cualquiera de estas visitas guiadas no se requiere inscripción ni reserva previa. Durante estas visitas, los participantes podrán hacer un recorrido por esta exposición y descubrir con todo lujo de detalles las obras expuestas en la misma a la vez que repasan la trayectoria vital y creativa de Óscar Domínguez.

El caballo de Troya (1947), El arquero (1948), El frutero come frutas (1949), Fertilidad (1947), La liberación de España (1947), Bicicleta (1947), Retrato de M. Solcova (1947), Mujeres y pájaro blanco (1948), Cuatro variaciones de Minotauro (1948), Bodegón con revolver (1946),Composición con revólver y cuchillo (1949) o Costurera. Máquina de coser, cosiendo (1946) son algunas de las obras que conforman esta muestra, que cuenta con el patrocinio de JTI.

Óscar Domínguez (Tenerife, 1906-París, 1957) ha pasado a la historia del arte moderno como uno de los pintores españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, siguiendo a Picasso, Gris, Miró y Dalí. En febrero de 1946, apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, se celebró en la Sala de Arte Mánes de Praga, una exposición colectiva titulada El arte de la España republicana. Artistas españoles de la Escuela de París. La muestra logró un éxito fabuloso, y una parte sustancial de las 224 obras expuestas, sobre todo pinturas, dibujos y grabados, se quedaron en colecciones checas y eslovacas. También contribuyó al éxito la presencia física de los pintores Óscar Domínguez, Joaquín Peinado, Pedro Flores, Antoni Clavé y Manuel Viola, así como los escultores Baltazar Lobo, Honorio García Condoy y Apel.les Fenosa. Éstos entablaron contactos artísticos y humanos con artistas checos, algunos de por vida.

Óscar Domínguez despertó una gran atención, no sólo por la cantidad de cuadros que expuso (doce), sino sobre todo por la fuerza de su personalidad atrayente, su originalidad y coherencia artística y vital; influencia incluso ejercida antes de la Guerra, a partir de sus decalcomanías, que tanto motivaron a los surrealistas checos, con el poeta Vítězslav Nezval a la cabeza. Domínguez regresó a Checoslovaquia varias veces más, organizando exposiciones con cada visita, y vivió en aquel país momentos muy intensos no solo desde el punto de vista personal, sino también profesional, tanto en la capital checa, Praga, como en las ciudades de Olomouc y Bratislava. Trabajó tan intensamente que casi un cuarto de sus obras hoy conocidas provienen de colecciones checas y eslovacas, si bien muchas de estas piezas se han dispersado por colecciones de todo el mundo en las últimas décadas.

Aparte de las obras presentadas en sus exposiciones, en general todas vendidas o regaladas, se quedaron en Checoslovaquia otros trabajos ocasionales que Domínguez realizó en Olomouc y Bratislava, donde tuvo a su disposición talleres prestados por sus colegas Jára Šolc y Ján Mudroch. Asimismo, otros coleccionistas checos y eslovacos adquirirían sus obras en visitas a su taller de París.

A partir de los años cuarenta aparecen en los lienzos de Óscar Domínguez rejas obsesionantes de líneas, ruedas, máquinas inventadas y laberintos que se expanden a dimensiones irreales pero también hay ellos algunos objetos reales. Se aprecia como en estas obras la fantasía arbitraria cede el paso a una nueva relación con la realidad. En sus cuadros -destacaba Miroslav Míčko en el año 46- una composición cubistizoide firme, no deja de sonar, sin embargo, el eco de un secreto surrealista.

La estancia de Óscar Domínguez y Maud Bonneau en Olomouc a finales de 1947 se debió a la amistad con el escultor Jaromír Šolc, quien los alojó en su casa y ayudó a organizar la exposición de Domínguez en la Casa de Arte de Olomouc, hoy ya inexistente, donde el pintor canario expuso un total de veinte obras. Šolc además realizó una conocida fotografía Domínguez mientras éste trabajaba. Otra serie de fotografías, tomadas por el también pintor y escenógrafo, Oldřich Šimáček, documenta el ambiente amistoso y alegre de aquel encuentro. También se conocen sus estancias en Praga debido, en parte, a las visitas en grupo de los demás españoles, y en Bratislava sólo se conocen fotografías oficiales o caricaturas en las revistas locales, en cambio en Olomouc si hay testimonios de amistad.

Respecto a la exposición que se celebró en Bratislava en enero de 1949 cabe destacar que ésta se llevó a cabo en medio del debate iniciado por teóricos como Štefan Bednár, quienes defendían como línea general de la creación artística el realismo socialista, rechazando el arte moderno. En defensa de Domínguez salió al paso la revista Bojovník, así como Kulturný život, donde aparecieron elogios a su obra, además de un artículo de la artista Esther Šimerová en defensa del arte abstracto, a modo de resistencia a la introducción de la teoría (y poco después la práctica) del realismo social. Mientras tanto la revista Umenie publicó una entrevista con Domínguez en la que se señalaba que sus obras despertaron merecida atención “y fueron causa de una polémica acerca la misión del arte moderno en la sociedad socialista”.

El frutero come-frutas es el título de una serie de pinturas sobre las que Domínguez volvió varias veces a finales de los años cuarenta y que ahora se puede ver en esta nueva exposición. Se trata de un motivo que alude a su obsesión por dotar de vida propia a los objetos, en una suerte de danza lúdica en la que todo pierde su función esperada y racional. La metamorfosis que transforma cada cosa en otra no es más que una de las manifestaciones posibles de la libertad y la rebelión.