La Roseta de Tenerife presente en Aragón

El artesano de Tenerife Antonio Rodríguez Ruiz y miembro del Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de Tenerife del Cabildo de Tenerife impartió un curso monográfico de Roseta en Zaragoza

El artesano de Tenerife Antonio Rodríguez Ruiz y miembro del Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de Tenerife del Cabildo de Tenerife fue invitado, los días 13 y 14 de enero 2024, por la Asociación Artesana Encaje de Bolillos Aragón Arteboar para impartir un curso monográfico de Roseta.

El curso llevado a cabo en el Centro Cívico Almozara de Zaragoza contó con la participación de los 12 alumnos las cuales profundizaron en el conocimiento y la técnica artesana de la Roseta. La Asociación Arteboar es una asociación sin ánimo de lucro que lleva más de 20 años en funcionamiento y se les conoce principalmente por el encaje de bolillos además de otras actividades como la Indumentaria, Vainica, Bordado o tul van de la mano con el encaje y con el claro objetivo de preservar el traje aragonés.

Para el consejero responsable de artesanía del Cabildo Insular de Tenerife Efrain Medina “Difundir el oficio de la roseta en otras comunidades autónomas es un enorme logro que tiene una significación especial porque podemos, incluso, profundizar en las similitudes de estos oficios artesanos del bordado y sus técnicas”. Medina agradeció a Antonio Rodríguez su trabajo desinteresado y abnegado de este oficio tan inmensamente genuino de diversos puntos de Tenerife y de Canarias”

La roseta de Tenerife

Con el nombre de roseta o rosas de Tenerife, se conoce en todo el mundo por ser una modalidad de encaje caracterizada por su forma circular a modo de flor. Se trata de una de las labores de aguja más representativas de Canarias, que tuvo gran desarrollo en zonas del sur de Tenerife como Vilaflor, Arona, Granadilla o San Miguel; en otras del norte como La Orotava y otras islas

Actualmente solo sobrevive en algunas partes de Tenerife como Vilaflor, Arona y La Orotava, y en Lanzarote de forma muy residual. Aunque sus orígenes resultan un tanto inciertos, se cree que llegan a las islas en el siglo XVI de manos de las mujeres de los conquistadores. Sus antecedentes peninsulares son los denominados soles o ruedas, presentes en Canarias en los calados.

Estos encajes lograron gran desarrollo a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII en diversas zonas de la geografía peninsular, especialmente en Salamanca, Soles de Salamanca; Cáceres Soles de Casar; Cataluña Puntos de Cataluña y en Canarias, Soles Canarios. El paso de los años hará que esta labor adquiera personalidad propia a través de la creación de modelos singulares y técnicas únicas.

Desde sus orígenes, la confección de rosetas fue labor de las mujeres, normalmente amas de casa de zonas rurales. Sin embargo, la comercialización a finales del siglo XIX hizo que comenzaran a producirse a gran escala, empleando mano de obra asalariada para la manufactura del encaje.

Por lo general, la técnica se aprendía de madres a hijas, a través de la observación y el contacto. La elaboración de las rosetas es un trabajo delicado y minucioso, que gracias al ingenio y a la creatividad de las roseteras ha permitido generar multitud de modelos y de productos.