Jueves, 18 de febrero de 2021

Enrique Arriaga califica al artista “como uno de los pintores contemporáneos con mayor proyección”

TEA Tenerife Espacio de las Artes presentó hoy

[jueves 18] la exposición Luis Palmero: Escalas (1980-2020), una muestra comisariada por Nilo Palenzuela que reúne por vez primera toda la trayectoria de Luis Palmero (Santa Cruz de Tenerife, 1957). El consejero de Cultura del Cabildo, Enrique Arriaga, destacó que “hoy es un día importante para TEA y para el arte canario en general, ya que se brinda un sentido homenaje a la importante trayectoria de Luis Palmero, uno de los pintores canarios contemporáneos con mayor proyección”. “Arte, música o poesía son algunos de los elementos que han servido para tejer su trayectoria artística”, señaló el consejero que detalló que esta muestra -en la que se exhiben más de medio centenar de sus creaciones- estará abierta desde mañana [viernes 19] hasta el 9 de mayo.

Arriaga estuvo acompañado en la presentación del director insular de Cultura, Alejandro Krawietz; el director artístico de TEA Tenerife Espacio de las Artes, Gilberto González; el comisario de la exposición, Nilo Palenzuela; y del propio artista Luis Palmero. El consejero recordó que “uno de los objetivos trazados al asumir este mandato fue trabajar para facilitar la proyección de los artistas canarios en todas sus expresiones. Esta retrospectiva es prueba de ello, ya que esta proyección también se puede realizar desde nuestros espacios de arte”.

El consejero subrayó que hablar de Luis Palmero es hacerlo de un artista con amplias preocupaciones a lo largo de estas últimas cuatro décadas, en las que lleva explorando la creación artística. “Luis Palmero: Escalas (1980-2020) podrá visitarse de manera gratuita de martes a domingo, de 12:00 a 20:00 horas y se completará con una serie de actividades paralelas como visitas guiadas, encuentros con el artista y con el comisario de la exposición y diálogos con críticos de arte. Asimismo, se llevarán a cabo otras acciones relacionadas con la música, especialmente con el jazz, y también con la danza contemporánea.

Alejandro Krawietz no dudó en señalar que esta exposición “supone, por muchas razones, un momento muy relevante en el panorama de las artes plásticas de las Islas y en la historiografía de TEA como espacio de reflexión sobre lo contemporáneo en el campo de las artes plásticas”. La pintura de Luis Palmero -apuntó- ha sido siempre un gran estímulo para los poetas. Y es que tal y como explicó sus pinturas tienen un gran vínculo con la poesía.

Para el director artístico de TEA, “la idea de que esta exposición esté en TEA parte de que, para muchos de los que estudiamos Historia del Arte en Canarias, la obra de Luis Palmero es fundamental a la hora de construir esa historia. Sin embargo, muchas veces esa aproximación era parcial. Ahora esta retrospectiva en TEA permite entender su obra no de una forma parcial sino como un todo. En este caso la figura de Nilo Palenzuela ha sido fundamental”.

El comisario de la muestra, Nilo Palenzuela, recordó haber coincido “en mil batallas con Luis Palmero”, un artista del que ha “aprendido mucho desde los años 80”. “De él aprendí, por ejemplo, lo que es la inmediatez del ejercicio creador o como se inserta un artista en medio de múltiples lenguajes”, apuntó Palenzuela. “Esta exposición tiene que ver con la trayectoria de una artista que siempre ha sido muy valiente. Luis Palmero siempre ha sido capaz de elegir muy bien y de una forma muy radical los signos que le vienen mejor para expresar su instante, su momento. Quien haga el recorrido por esta exposición podrá ver que no hay un discurso cerrado, dogmático. Luis Palmero está muy próximo al jazz, de manera que eso también tiene que ver con expresiones que tienen que ver con la libertad musical”, apuntó.

“Es una exposición muy abierta que le permite a cualquier persona disfrutar de las imágenes, de la experiencia que se da entre alguien que traza planos y colores y que genera espacios y el que la ve”, sostuvo Palenzuela quien concluyó su intervención diciendo que la trayectoria de Luis Palmero, una trayectoria de cuarenta años está llena de riesgo, de enorme emoción y vitalidad. “Luis Palmero nos invita al optimismo y a sentir ciertos latidos de la vida que nos llevan, de un día para otro, a proclamar lo mejor de este mundo”, afirmó.

Por su parte Luis Palmero, quien ha realizado el proceso de su actividad creativa manteniendo un equilibrio entre movimiento y quietud, entre el desplazamiento y la posibilidad de detenerse en la pintura, reconoció sentir una gran felicidad al ver su obra junta expuesta en este espacio. “Siempre he considerado que una obra se hace con el tiempo y que un cuadro es la suma de todos los que están, los anteriores y los posteriores. Un cuadro es como una especie de genealogía, es decir que detrás de cada cuadro están todos los demás. Y en ese sentido, yo siempre he aspirado a este proyecto, ver mi obra en conjunto”, para ver si realmente tiene interés o no”, finalizó Palmero, habitante de los espacios fronterizos del arte, la música, la poesía y el mundo popular.

Luis Palmero transita, desde 1980 hasta la actualidad, en medio de una experimentación visual y formal que pone en cada momento en riesgo los hallazgos anteriores. En sus creaciones, en las que muchas veces paisajes o arquitecturas- aparecen reducidos a la mínima forma necesaria y envueltos en colores planos y puros. En la muestra hay obras procedentes de diversas colecciones públicas (TEA Tenerife Espacio de las Artes, de la colección Los Bragales depositada en TEA, de la Viceconsejería de Cultura y Deportes Gobierno de Canarias, del Banco de España y de la colección APM del Centro Atlántico de Arte Moderno del Cabildo de Gran Canaria), de particulares, de las galerías Manuel Ojeda, Artizar y Rafael Ortiz, así como de la colección personal del artista.

En Luis Palmero: Escalas (1980-2020) se exponen obras que no se han visto desde hace más de treinta años, que se expusieron en galerías como Leyendecker, o que estuvieron en Galería Elvira González (Madrid), Elba Benítez (Madrid), Rafael Ortiz (Sevilla), Modus Vivendi (Zurich) y en la Galería Denise René (París). También hay en esta muestra otras obras que se exhiben al público por primera vez y que pertenecen a la colección del propio Luis Palmero.

Esta retrospectiva trata de mostrar el proceso de creación de un pintor que, si se encuentra en el dominio de la abstracción geométrica contemporánea, se mueve con la libertad de quien lo hace a partir de los años setenta, sin dogmatismos ni estéticas preconcebidas, y con suma libertad. En sus obras, Palmero puede incorporar motivos figurativos o gestuales, dialogar con artistas de diversas épocas y geografías (Malévich, Scully, Federle, Knoebel, Oramas, Lygia Clark, Volpi o Juan Ismael), y también afirmar el acto de la pintura como una necesidad que tiene que ver con lo más vital y lo más cotidiano: la sensibilidad y la emoción. Puede interesarle las fachadas geométricas y cromáticas de las casas canarias, los horizontes marinos o las expresiones populares, y también las expresiones estéticas más remotas.

Y es que para Palmero la pintura tiene que ver con la frescura vital e improvisadora del jazz, de manera que puede hacer un homenaje a un clásico contemporáneo, volver luego a sus acordes visuales o romper y seguir adelante. El equilibrio se mantiene, pero siempre se abre hacia un movimiento más vertiginoso, que necesita contener. No hay melancolía ni religión, solo una afirmación del ser en el instante presente, una defensa de la vida aun cuando la tragedia o el dolor puedan estar cerca.

Aunque se sigue la evolución de la obra en las diversas salas de TEA, la exposición busca que los cuadros y las series dialoguen entre sí, como diversos fragmentos de una pieza musical. Pueden seguir la cronología, pero también pueden reunirse cuadros de diversas épocas. El montaje está concebido como una totalidad, donde cada sala abre el camino hacia la otra y donde las obras dialogan con las que preceden y las que siguen, aunque pertenezcan a diversos momentos y se hallen en diversas salas.

Respecto al título de esta exposición –Escalas– cabe destacar que éste hace referencia a numerosos sentidos de la obra de Luis Palmero, al tiempo que permite detenernos en motivos que pueden contribuir a su percepción. Además de hacer alusión a ese equilibrio entre movimiento y quietud presente en sus obras, también -y desde otra perspectiva- sugiere la representación de una superficie arquitectónica, un plano o una cartografía. Ante la pintura de quien optó desde muy pronto por la abstracción geométrica no es arriesgado pensar que, detrás de sus superficies, existe la referencia a una arquitectura y a una naturaleza determinadas. Asimismo, Escalas alude al cromatismo, a las variaciones del color, a los tránsitos de luz, incluso a la construcción de un lenguaje cromático y simbólico. También puede relacionarse con el sonido, los silencios, la visión musical. Al principio y al fin: la idea de escalera y el objeto escalera.

Nilo Palenzuela recuerda además que la pintura y el arte contemporáneos, cuando tienen algo de verdad, están siempre cerca de la sensibilidad de cualquier visitante. Pasa como con la música o el cine, no hay que ser un especialista para entender. Se disfruta, simplemente. A unos les hace pensar y a otros les trae una sonrisa que alegra el día. De ahí que las obras de Luis Palmero pueden insertarse en la abstracción del arte contemporáneo y, al mismo tiempo, percibirse como un recorrido por los lugares más luminosos de las islas. En los dos casos, contribuyen a comprender más lo que nos rodea.

La pintura, para Palmero tiene que ver con la frescura vital e improvisadora del jazz, de manera que puede hacer un homenaje a un clásico contemporáneo, volver luego a sus acordes visuales o romper y seguir adelante. El equilibrio se mantiene, pero siempre se abre hacia un movimiento más vertiginoso, que necesita contener. No hay melancolía ni religión, solo una afirmación del ser en el instante presente, una defensa de la vida aun cuando la tragedia o el dolor puedan estar cerca. En la vertiente expresiva del arte en que se halla no es la originalidad lo que busca, sino la intensidad lumínica y vivaz de la experiencia pictórica: formas, escalas, lugares para detenerse y compartir la emoción.

Iridio (1982), Autorretrato (1984-1987), Luis Palmero/José Herrera. Dual (1984-1985), Escaleras (1985), Fragmento (1987), María I, II y III (1989), Estanque VII (1994), La casa del mar I (1994), La isla de los muertos II (1994), Tiempo insular III (1995), Un Torres García (serie Museos) (2000). Un Gerhard Merz y un Imi Knoebel (2000), Madame Denise René II (2002-2010), Indian summer (2004), Early I y II (2005), Dentro del cuadro (2006), Manchas solares II (2006), Colour corner II y IV (2009), A vuelta de esquina I (2011), Hola, Pablo (2013), Hola, Marta (2013), Hola, Orlando (serie Dolores) (2013), Espejismo I, II y III (2019), La memoria del viento VII (2020), Luz blanca (2020) y Aeteladnan II y III (2020) son algunas de las obras que se exhiben en esta muestra.

 Luis Palmero cursó estudios en la Facultad de Bellas Artes de La Laguna, donde fue profesor. Desde las primeras exposiciones individuales se puede apreciar un lenguaje analítico que el pintor trata con ascetismo casi oriental, permitiendo realzar una sensorialidad muy peculiar. La pintura de sus inicios es sobre todo geométrica y minimalista, haciendo hincapié en la exactitud del color, y de una cargada intención poética. Fundó con tres compañeros (Carlos Matallana, José Herrera y Adrián Alemán) el Espacio Taller La Cámara, participando en las exposiciones del grupo. Sin perder la línea abstracta, el pintor parte del paisaje para llevarnos a una realidad inexistente donde no existen fronteras entre la figuración y la construcción. Muros, diques, ventanas, puertas, horizontes, las casas de las islas, Palmero las retrata como formas rectangulares donde la luz y el color ordenan la imagen. Con el tiempo su pintura evoluciona volviéndose cada vez más metafísica, buscando en lo visible el reencuentro del misterio de lo invisible.

Nilo Palenzuela (Los Realejos, 1958) es escritor y catedrático de Literatura Española en la Universidad de La Laguna. Su actividad creadora y de investigación se ha desarrollado en el dominio de la literatura y el arte.  En 2009-2010 fue uno de los comisarios de Horizontes Insulares, donde colaboraron escritores y artistas de Cuba, Puerto Rico, Martinica, Guadalupe, Azores, Cabo Verde y La Reunión en una exposición itinerante por centros de arte de Cuba, República Dominicana, Madeira y Canarias. En fechas recientes compartió comisariado con Orlando Britto Jinorio en la exposición del reunionés Jack Beng-Thi en el Centro Atlántico de Arte Moderno.