El vicepresidente socioeconómico del cabildo, Efraín Medina, presentó hoy miércoles [día 4] las I Jornadas Internacionales de la Roseta de Tenerife, que tendrán lugar en el Museo de Artesanía Iberoamericana de Tenerife, MAIT, los días 23, 24 y 25 de noviembre. El objetivo prioritario de esta actividad, que se lleva a cabo a través del Área de Empleo, Comercio, Industria y Desarrollo Económico, es contribuir a incentivar el oficio de rosetera y sensibilizar a la población sobre la importancia de esta técnica en Canarias y en el resto del mundo.

Efraín Medina ha destacado la importancia de esta actividad “que es fruto de todo el trabajo que estamos llevando a cabo para que salga a la luz el valor incalculable de nuestra roseta”. “Es un cumplimiento, también, -dijo- a la propuesta que aprobó en su día el Pleno del Cabildo de Tenerife para que sea declarada Bien de Interés Cultural”.

El también consejero de Empleo, Comercio, Industria y Desarrollo Socioeconómico resaltó “la necesidad de seguir trabajando y profundizando, para dejar un legado que se pueda investigar, y estas jornadas internacionales suponen una oportunidad para todo aquel que quiera conocer, colaborar, como ocurre, por ejemplo, con el Instituto Las Indias”. De igual modo, quiso tener una mención especial “para con todos los artesanos y artesanas que no han dejado que la roseta decaiga”.  

Por su parte, el gerente de la Empresa Insular de Artesanía, Ricardo Cólogan, afirmó que estas jornadas “son un premio a la labor que realizamos desde hace ya muchos años, contribuyendo con nuestro esfuerzo a hacer posible la pervivencia de la roseta para las generaciones futuras”.

Las I Jornadas de la Roseta de Tenerife están dirigidas a todas aquellas personas interesadas en la cultura y las tradiciones populares de esta Isla, entre las que se incluye el colectivo de artesanos y artesanas que la practican. De igual modo, los encargados de impartirlas serán artesanos venidos desde diferentes partes del mundo para presentar proyectos tan relevantes como el de los Soles de Moca y Naranjito, de Puerto Rico.

El fin último de esta actividad es preservar y poner en valor, desde una perspectiva internacional, la Roseta de Tenerife, a través de su enseñanza, difusión  y sensibilización. También se persigue estimular la participación y la conservación de este  patrimonio cultural, y  establecer una red de intercambio de conocimientos, a escala mundial, para alentar y promover la excelencia, la innovación y la adecuación de los procesos de trabajo.

Los participantes que han confirmado su asistencia son de Puerto Rico, que presentarán sus proyectos sobre los Soles de Moca y Naranjito; Ñanduti, de Paraguay, y también de Croacia, Brasil y Cuba, al igual que artesanos de Lanzarote y Tenerife. Todos ellos disertarán sobre la influencia de la roseta de esta Isla en otros países. Se llevará a cabo un taller con los trabajos más característicos.

Cabe recordar que, tras la realización de una investigación sobre la Roseta de Tenerife llevada a cabo por el Cabildo, se ha podido constatar que detrás del Ñanduti, de Paraguay; los Soles de Maracaibo, en Venezuela; los Soles de Naranjito o de Moca, en Puerto Rico; los Motivi  de Eslavonia o de la isla de Hvar, en Croacia, y las rosetas  de Luisiana, está la mano de las mujeres que partieron de esta Isla  en las distintas oleadas migratorias que llegaron a América, Asia  y Europa,  o bien , de  los religiosos que se asentaron en los conventos de estos lugares.

Así, lo que en un principio fue una labor más propia de las iglesias, acabó convirtiéndose en una artesanía indispensable para el uso de prendas domésticas, así como en un   complemento económico en las familias. En la mayoría de los casos,  la roseta era trabajada por las mujeres de condición humilde en  las  zonas rurales, y lo mismo ocurría en el resto de Europa y América.

Al igual que ha sucedido en Tenerife, la enseñanza y trabajo de la roseta ha ido languideciendo casi hasta desaparecer en Iberoamérica. Es por ello por lo que los diferentes organismos gubernamentales tomaron la decisión de apoyarlo y fortalecer su producción con la creación de cursos de iniciación, recuperación y creación de nuevos diseños, sobre todo a partir de los años 80 del siglo pasado.

Roseta de Tenerife

Forma parte de una de las manifestaciones más antiguas del arte textil que aún hoy se conservan vigentes y  que  se sigue trabajando con las mismas características que en el pasado. Así, desde el siglo XVI, la roseta se ha cultivado  en la Isla, y es demandada desde países como el Reino Unido o Francia. En los comienzos era  un trabajo realizado para el consumo  familiar  pero con la implantación de casas comerciales del Reino Unido, llegó a convertirse, junto con el calado, en una industria a gran escala.

Su conocimiento y técnica se transmitían de una generación a otra, y esto ha hecho posible que su confección se conserve aún viva. A partir de 1940 se potenció en toda España el trabajo del encaje de cara a la comercialización, con la organización de talleres donde se enseñaron las formas y los estilos de cada lugar.

Posteriormente, el fomento de la roseta estuvo en manos del Ministerio de Cultura y de otras entidades cuyas iniciativas se decantaron por organizar cursos de diseño, exposiciones, ferias y congresos, publicaciones, premios de investigación, apertura de centros de venta y museos. Y es ahí donde aparece el trabajo del  Cabildo de Tenerife, así como de los ayuntamientos de la Isla  y de otras administraciones.

Es por ello, que al igual que en otras formas del patrimonio cultural inmaterial, el objetivo de la salvaguarda consiste en garantizar que esos conocimientos y técnicas, que están en manos de mujeres mayores de setenta años,  se transmitan a las generaciones venideras, de modo que se sigan practicando.

La petición del reconocimiento de la Roseta de Tenerife como Bien de Interés Cultural  por parte del Cabildo insular es una forma de salvaguardar la técnica y producción de esta actividad artesanal, reconocida a nivel mundial. Es la mejor manera de valorar,  proteger,  conservar  y transmitir el trabajo de la roseta  a generaciones venideras (para que no se pierda por completo).