El Cabildo de Tenerife ha acogido hoy [lunes 31] el acto de entrega del título de Reserva Mundial de la Biosfera concedido el pasado 9 de junio por la Unesco al Macizo de Anaga. El presidente de la Corporación insular, Carlos Alonso, y la directora adjunta del Organismo Autónomo de Parques Nacionales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Montserrat Fernández, han hecho entrega del mismo a una representación de los habitantes de Anaga compuesta por Félix González (vecino de mayor edad del municipio de La Laguna); Alberto Perera (vecino de menor edad del municipio de Tegueste) y Jaime Díaz, (vecino de Santa Cruz de Tenerife).

El texto del título dice lo siguiente: “Por decisión del Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera, se certifica que el Macizo de Anaga forma parte integrante de la red Mundial de Reservas de la Biosfera. Los principales tipos de ecosistemas y paisajes de nuestro planeta están representados en esta red, que está consagrada a la conservación de la diversidad biológica, a la investigación científica y a la observación permanente, así como a la definición de modelos de desarrollo sostenible al servicio de la humanidad. Participar en la red mundial facilita la cooperación y los intercambios a nivel regional e internacional”.

El acto también ha contado con la presencia de José Manuel Bermúdez, José Alberto Díaz y José Manuel Molina, alcaldes de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Tegueste, respectivamente; así como de la viceconsejera de Medio Ambiente, Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias, Blanca Pérez; la presidenta del Consejo Científico del Programa MaB, Marisa Tejedor; y el representante de la Unesco, Alberto Hernández.

Carlos Alonso ha indicado durante su intervención que “descubrir consiste en observar a tu alrededor y mirar más allá de lo que los ojos pueden ver. Hemos tenido la enorme satisfacción de encontrar en la Unesco esa mirada receptiva hacia nuestro pequeño paraíso. Este pedacito de tierra, regalo para los sentidos que ahora nos toca a nosotros seguir cuidando con más esfuerzo si cabe. Son las administraciones las que debemos poner las herramientas para facilitar el mantenimiento de ese legado pero son las voces de Anaga las más autorizadas para protagonizar su propio futuro. Con ellas el trabajo será más fácil y nos tendrán siempre a su lado”.

“Esta declaración surge del trabajo de muchas personas,  entre las que quisiera destacar a Marisa Tejedor, que con las ideas claras y mucha paciencia ha sabido llevar el barco a buen puerto. Pero la tripulación no ha sido menos importante, un equipo de personas que empezó a poner las primeras piedras del proyecto Anaga Reserva de la Biosfera. Poco a poco, con esfuerzo, que es la mejor manera de lograr los  triunfos”, añadió Alonso.

Para Carlos Alonso, el sello de Reserva de la Biosfera “supone el reconocimiento internacional de una zona debido a sus riquezas naturales, a su modelo de desarrollo sostenible y a su interés como patrimonio científico mundial. Obliga a su estricta conservación y a la protección de su biodiversidad”.

El mandatario insular explicó que “en la actualidad apenas existen algo más de 600 zonas con esta categoría en todo el planeta. Para Tenerife es un nuevo espaldarazo internacional y un nuevo motivo de legítimo orgullo. Para los habitantes de Anaga supondrá el reconocimiento a su adaptación histórica al medio ambiente y al modelo de sociedad sostenible que representan, con programas de ayuda y nuevas inversiones en proyectos y recursos destinados a la mejora, protección y conservación de este tesoro de la humanidad. Y para nosotros, para este Cabildo va a suponer la recompensa al trabajo de mucha gente, de la mejor gente, que lo han dado todo y más por conseguir esta victoria para Tenerife”.

La Reserva de la Biosfera es una una figura de protección ampliamente reconocida a nivel mundial que representan una nueva manera de entender el binomio de conservación y desarrollo, donde se busca, en todo momento, que los habitantes de estas zonas desarrollen sus actividades vitales en consonancia con la conservación del entorno, propiciando una relación de interdependencia mutua entre el ser humano y la naturaleza. En la actualidad, existen unas 610 Reservas de Biosfera distribuidas a lo largo de 117 países, 33 de las cuales se encuentran en España, incluidas las siete que se sitúan en Canarias, incluida la de Anaga.

La Reserva de la Biosfera del Macizo de Anaga tiene una superficie total de 48.727,6 ha, de las cuales 15.489 corresponden al medio terrestre y 33.238 ha al medio marino. El territorio de la Reserva de la Biosfera se localiza en el extremo nororiental de Tenerife, ubicado dentro de los municipios de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Tegueste, además de la franja marina hasta los 1.000 metros de profundidad que les rodea.

La Reserva de la Biosfera del Macizo de Anaga comprende una parte terrestre que abarca toda la península de Anaga, además de parte del núcleo urbano de Tegueste, así como los enclaves de Bajamar y Punta del Hidalgo y una parte marina que va desde la desembocadura del Barranco Agua de Dios en Tejina, hasta la desembocadura del Barranco  de Tahodio en Santa Cruz y en línea recta hasta la cota batimétrica de los 1.000 metros que circunda esta costa. Dicha parte marina coincide con lo recogido en el documento de creación de la futura Reserva Marina de Anaga, elaborada por el Cabildo y consensuada con las cofradías de pescadores de esta zona, que se encuentra pendiente de aprobación por el Gobierno Central.

El documento de declaración de la Reserva de la Biosfera del Macizo de Anaga fue  discutido y consensuado con los distintos colectivos de esta zona, en especial a través del Plan de Acción donde se recogen las propuestas de desarrollo. Además, existe el compromiso de desarrollar un trabajo conjunto con amplia participación ciudadana, que se verá intensificado tras el título concedido por la Unesco.

La declaración de Reserva de la Biosfera aboga por el desarrollo de las actividades humanas tradicionales en un contexto de equilibrio medioambiental, donde se debe procurar mantener cultivos con variedades locales, así como el fomento de razas autóctonas y sus manejos de acuerdo a prácticas culturales propias, al igual que actividades industriales respetuosas con el entorno. Por ello se entiende que esta figura es una marca de calidad que puede ayudar al desarrollo endógeno de este territorio.